Nos pone conectar el propósito con la historia, crear relatos que vuelan cerebros, y generan vínculos sólidos con la marca, porque no podemos resistirnos a desafíos creativos, tecnológicos y contextuales. No podemos dejar de explorar conceptos, estrategias y canales, ya que, en esa inestabilidad, es en donde surge la chispa que lo cambia todo. Hacemos marketing de contenidos porque nos flipa contar historias memorables que dejen huella, y nadie se puede resistir a una buena historia.